La
primera parte del portafolio del alumno es la recogida de evidencias. En esta
fase, se debe recoger todo el material que podría convertirse en una muestra
del aprendizaje del alumno. En la elección de las evidencias, es fundamental
tener en cuenta la finalidad del portafolio, sus objetivos y la temporalización
Para ello,
una vez realizado el portafolio y desarrolladas las actividades o contenidos
recogidos como evidencias de nuestro trabajo, es fundamental valorar si han
sido eficaces en su función. Deberemos
valorar si las evidencias recopiladas se ajustan al conocimiento real de los estudiantes,
si los contenidos se adecuan a su nivel de madurez y si los procedimientos
utilizados son los más adecuados para motivar a nuestros alumnos. El análisis
de los datos de evaluación del portafolio, nos puede dar, también, información
sobre estos aspectos.
Analizando
estos aspectos deberemos tomar decisiones sobre qué aspectos deberemos cambiar
en nuestro portafolio y como deberemos orientar a nuestros alumnos para elegir
la evidencia adecuada en cada caso.
Por
otro lado, en este tipo de trabajos, en los que es el propio alumno el que va
regulando su ritmo y su forma de trabajar, es fundamental mantener la motivación
del alumnado. La relación entre el alumno y el docente debe ser fluida y
cordial, favoreciendo que la visión del alumno sobre el profesor sea la de un
acompañante en el proceso de aprendizaje.
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